Es tu sonrisa contagiosa.
Sí.
Es la suavidad de tu cabello, tu dulzura, la palabra precisa y oscilante.
Son tus besos suaves, que avasallan, las miradas transmitiendo feromonas.
Sí.
Son tus pasos que sigo sin cesar y convencido. Enamorado. Atado a tus caderas y a tu alma. Es el constante ir y venir acompañados.
Sí.
Son los días que pasan, los tuyos y los míos, en los que entretejemos la trama de los sueños.
Sí, reitero embelesado: te amo tanto como los hombres suelen amar a la luna, el mar y las estrellas.
Eres tú.
Eres el ancla que detiene mis desvelos, la brisa que me toca, las mañanas de amor y desconcierto.
Eres tú, quien por las tardes me toma de la mano, y cuando duermo te vuelves universo.
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