martes, 16 de abril de 2002

Cuando todo comenzó



De inicio a fin, de mañana a anochecer. Todo. Del alba al ocaso; de hora cero


a veinticuatro. 


Del despertar a la ensoñación, de un crepúsculo a otro igual.

Todo. 


De antes meridiano a medianoche, de que sale a que se oculta el Sol,


también cuando se muestra o esconde, ¡vaya Luna! Todo. Todo el tiempo --todos


los relojes, todos-- yo te amo. 



Claudia Liliana: lo que ocurrirá alrededor de la una de la tarde de este sábado 20 de abril no es sino una muestra de lo que se puede producir si usted tiene la confianza, la ternura, la dedicación y la decisión de aceptar un beso --a las puertas de su casa, una noche cualquiera, después de caminar desde Bucareli y Reforma--, aunque sea chiquito. 




Lo que ocurrirá no es sino la suma de las emociones, de los colores, de las tardes-mezclilla, de arrumacos y de tus miradas que, dulces, cruzan con las mías. Lo que ocurrirá es una suma interminable de correrías por el estacionamiento, de paseos de la mano por el Lago, de añoranzas y mordidas. De cientos de ocasiones acariciándote a la distancia desde la máquina de escribir.




Es la suma de suspiros intensos cuando escucho tus palabras, mi mano buscando la bolsa trasera de tu pantalón cuando caminas a mi lado; mis ojos de fascinación por la falda tan cortita, el aroma de tu piel. Es la suma de las ganas, de tu cuerpo desnudo, tu brazo a mi costado, la alineada cabellera, la suma de palabras-sortilegio, los helados de Potrero, mi abrazo quitandote el frío, los cines, el calor entre tus piernas, los cafés que no me tomo, me tomé y me tomaré. Tus ojos. 




Una suma de instantes con el coche descompuesto, yo sujeto a tu cadera, tú llegando a Malva, tu boca pegada a un cigarrillo, tu sonrisa, el embeleso que produces, tu fragancia y las noches con tu imagen como eterna compañía. Es la suma de palabras dictadas al oído. 




Lo que ocurrirá este sábado no es otra cosa que el inicio de lo que se puede lograr, multiplicando por millones la energía, el amor, la ternura, la dedicación y el deseo que nace cuando, de la mano, llegando a tu casa, te pido un beso y tú me dices sí, pero que sea chiquito, y yo tras apenas posar mis labios en los tuyos salgo corriendo como si hubiera conquistado al universo entero.





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Te quiero de arriba a abajo, de un lado a otro. De tu corazón al mío.